Innovación en la gestión del agua en época de COVID 19, está más cerca de lo que pensamos. Es momento de “regresar a la naturaleza”
Hugo Contreras,
Director de Seguridad Hídrica para América Latina, The Nature Conservancy
En un entorno de incertidumbres generado por un virus nuevo, el único mensaje consistente en los últimos meses en prácticamente todo el mundo ha sido resaltar la importancia de lavarse las manos con frecuencia. No obstante, todos los días millones de personas en América Latina y el Caribe se levantan sin saber si tendrán acceso a agua en cantidad y calidad suficientes. Ciudades como Lima, Sao Paolo, México, La Paz se preguntan si tendrán la capacidad para proveer de agua y saneamiento en los próximos años a una población en aumento.
En un entorno como el que estamos viviendo donde por un lado enfrentamos una crisis de salud por el COVID19, y por otro una crisis económica de grandes magnitudes, afloran una serie de dilemas que el sector de agua y saneamiento tendrá que atender para cerrar las brechas de acceso a servicios y avanzar hacia una mejor gestión del agua que garantice la Seguridad Hídrica (SH), y de paso, facilite el combate a la pandemia. En América Latina y el Caribe se contabilizan cerca de 200 millones de personas sin acceso a una fuente segura de agua y unos 500 millones a saneamiento de calidad. Esto obliga a invertir en mejorar los sistemas de agua. No obstante, los recursos fiscales se ven comprometidos tanto por una menor actividad económica y productiva, como por la necesidad de canalizar recursos a hospitales, médicos y medicinas. Si ya de por si se estimaba un déficit de inversión equivalente al 0.3% del PIB para agua y saneamiento, dada esta coyuntura de estrechez financiera, el reto será aún mayor
Latinoamérica y el Caribe (LAC) se ha considerado una región con recursos hídricos abundantes ya que cuenta con al menos el 30 por ciento de las reservas mundiales de agua dulce, en tanto que alberga menos del 10 por ciento de la población global. Una mirada más precisa revela una realidad diferente. Los países la Región se encuentran en un constante estado de cambio socioeconómico y ambiental caracterizado entre otros por fenómenos migratorios, concentración urbana, sequías, inundaciones, disminución del área de glaciares, y progresiva desaparición de ecosistemas. Estas situaciones representan una amenaza para la SH en toda la región.
Debemos entender a la Seguridad Hídrica (SH) como la capacidad de una población para salvaguardar el acceso sostenible a cantidades adecuadas de agua de calidad aceptable para el sostenimiento de los medios de vida, el bienestar humano y el desarrollo socioeconómico; para garantizar la protección contra la contaminación transmitida por el agua y los desastres relacionados con el agua, y para la conservación de los ecosistemas en un clima de paz y estabilidad política (ONU Agua, 2013). En este sentido, la SH se convierte también en un determinante de la estabilidad social y el desarrollo económico de las poblaciones. Desde un sentido práctico, para alcanzar SH es necesario un enfoque de gestión integral tanto de la demanda, como de la oferta de agua.
Ante un panorama como el que vivimos, es crucial que encontremos soluciones innovadoras para avanzar hacia la SH. Para ello debemos entender el reto de la gestión del agua en su integralidad. ¿Cómo podemos al mismo tiempo cuidar las fuentes de agua y liberar recursos para que la población acceda a mejores servicios? ¿Cómo podemos tratar de atender el reto de seguir incrementando la producción de alimentos y energía, al tiempo que garantizamos agua a las ciudades y otras actividades productivas?
Una alternativa a estos retos es “regresar a la naturaleza” e incluirla como parte de las soluciones que deberemos implementar para garantizar agua suficiente, de calidad para los diversos usos. Un enfoque combinado de soluciones basadas en naturaleza (verdes) y soluciones construidas (grises) puede reducir la vulnerabilidad y aumentar la resiliencia y confiabilidad de los sistemas de abastecimiento. Las Soluciones Basadas en la Naturaleza (SBN) recrean y potencian el funcionamiento de los ecosistemas para proveer servicios hídricos como filtrar sedimentos e infiltrar el agua, regular los flujos de agua en épocas de avenidas y sequías, entre otros. Algunos de los ejemplos más comunes de estas actividades son la protección y restauración de bosques, selvas y zonas riparias de ríos, mejorar las prácticas agrícolas y ganaderas y restaurar humedales.
Sin embargo, los beneficios que se pueden lograr tanto en términos de ahorro de recursos, como de impacto en la SH, el “regresar a la naturaleza” hace evidente otro de los grandes retos que debemos enfrentar para alcanzar la SH en la Región y que es la Gobernanza. La crisis de salud por COVID y la económica nos podrían abrir oportunidades para trabajar en mejorar los marcos institucionales y regulatorios, así como para corregir algunas fallas de mercado que impiden una gestión eficiente del agua. Quizá sea momento de permitir que las empresas de agua tengan la atribución legal para invertir en la protección de sus cuencas abastecedoras, no importando si estas se encuentran en un municipio o región más allá de la que ellos atienden. De igual forma, si queremos no solo tener mayores recursos para invertir en estas soluciones combinadas, sino también favorecer comportamientos y hábitos de uso eficiente del agua en los distintos usuarios, debemos favorecer la correcta valoración del agua. Una forma de hacerlo es alineando el valor y el precio del agua que puede generar importantes beneficios a un costo social relativamente menor; así como mediante la acción colectiva que refleje el compromiso que asumen los distintos sectores entendiendo que el agua es una necesidad y un recurso valioso para todos y por tanto, trabajar conjuntamente en esquemas basados en ciencia, que cuenten con una visión de largo plazo y que favorezcan la participación de actores de la sociedad civil, sector privado, academia y gobierno como lo son los Fondos de Agua.
Es claro que uno de los mejores aliados para hacer frente a esta y futuras pandemias , es contar con servicios adecuados de agua y saneamiento. Esta crisis nos obliga a repensar cómo en un escenario de estrechez económica, podemos detonar cambios en los marcos institucionales y regulatorios que nos permitan asegurar agua de calidad, conservar nuestro capital natural y seguir enfrentando la pandemia.
En la Alianza Latinoamericana de Fondos de Agua[1] estamos convencidos que trabajar en la gobernanza, generando acción colectiva y trayendo a la naturaleza a como parte de las soluciones, podremos contribuir a un futuro con la Seguridad Hídrica en América Latina y el Caribe.
[1] La Alianza Latinoamericana de Fondos de Agua es un acuerdo creado en 2011 entre el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Fundación FEMSA, el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM), la Iniciativa Internacional de Protección del Clima (IKI) y The Nature Conservancy (TNC) con el fin de contribuir a la seguridad hídrica de América Latina y el Caribe a través de la creación y fortalecimiento de Fondos de Agua.
Bibliografía
BID (2020). Agua para el Futuro. Estrategia de Seguridad Hídrica para América Latina y el Caribe. Volumen 1: Informe Principal Junio 2019
ONU-Agua. (2013). Analytical Brief on Water Security and the Global Water Agenda.