Vanessa Casado. Profesora asociada de la Universidad de Texas ARM
Un buen registro del agua, cualquiera que sea el modelo de gestión, es una herramienta fundamental para un manejo sostenible del agua.
En general, en Estados Unidos no existe el concepto de unidad de cuenca. La cantidad de agua y la distribución de los recursos hídricos son competencia de los estados; mientras que la normativa sobre contaminación del agua depende del gobierno federal. En el caso de las cuencas transfronterizas, se tratan como si pertenecieran a países diferentes, a través de acuerdos entre estados para la distribución del agua, con el beneplácito federal. La mayoría de estos convenios se formularon hace décadas y ahora, con el cambio climático necesitan una revisión.
En algunos estados, no existe un manejo integrado del agua, ya no solo de la calidad y la cantidad, sino también respecto al agua superficial y subterránea, aunque su interrelación sea evidente. La disparidad de legislaciones del agua subterránea es inmensa, con diferentes grados de control.
Tampoco existe un derecho humano al agua ratificado por todo el país ya que Estados Unidos no firmó la declaración de las Naciones Unidas con relación al derecho humano al agua. Algunos estados lo han incluido en su legislación, como el caso de California, pero aún no sabemos el alcance de esta inclusión. Lo que sí es evidente es que en algunas crisis del agua, que se han producido en diferentes lugares del país, se ha vulnerado este derecho de manera evidente pues, por ejemplo, poblaciones de estrato socioeconómico bajo se han quedado sin agua hasta que se les ha proveído en camiones.
Muchos de los estados tienen planificación hidrológica, pero la diferencia entre los planes y la inversión en ellos es inmensa. Uno de los principales problemas que encontramos para lograr esta planificación es que algunos derechos son tan antiguos que no se encuentran registros, de modo que no se sabe quién está utilizando el agua ni cuanta.
Para tratar de resolver esta situación, se han usado diferentes sistemas con el fin de establecer algo parecido a un registro de aguas, algunas veces a través de la administración y otras con la intervención de la judicatura, con los usuarios como los encargados de buscar pruebas de los derechos de aguas que poseen. En definitiva, estemos en un modelo de gestión más regulado o más de mercado, sin un buen registro no es posible avanzar. Un registro es necesario para poder planificar las necesidades futuras ya sean satisfechas a través de decisiones administrativas o a través de transacciones en el mercado.
Ejemplos de participación ciudadana
Existen ejemplos de unidad de cuenca bien gestionados, como el río Delaware, en el este del país, que es una buena muestra de manejo integral del agua con la participación de los usuarios en su gestión. En esa cuenca no solo se ha conseguido gestionar la cantidad del agua con la participación en todos los estados afectados, sino que también se ha obtenido la delegación de poderes federales para gestionar la calidad del agua.
Otro ejemplo de sistema de participación de los usuarios que ha funcionado bien es el de la cuenca del río Lower Arkansas Colorado, que se basó en facilitar la transacción de los derechos del agua definiéndolos en base a la cantidad consumida, no la tomada del río. A través de la información facilitada por los agricultores a la universidad Colorado State, se creó un modelo de cálculo del consumo en función de la climatología y el tipo de cultivo, que hacía posible a los usuarios cambiar el método de riego sabiendo si su consumo se reduciría y podían vender el excedente.
También, Oregón ofrece un ejemplo interesante de colaboración entre los usuarios y la administración cuando el Estado se encontró con la necesidad de conservar agua. Así, se creó un sistema de subsidios para modificar el sistema de regadío, de modo que el Estado financiaba el cambio de regadío a cambio de parte del agua ahorrada. El Estado asignaba esa agua a los caudales ecológicos.
Los mercados de agua existen en Estados Unidos y son una herramienta útil, aunque no sean la base principal de distribución de agua. Trabajan en los márgenes y permiten responder a las necesidades de agua en casos de sequía con transferencias temporales o planificar para el crecimiento con transacciones a largo plazo. Son mercados en los que la administración tiene mucho peso, ya que define cuáles son los derechos, examina las transacciones y sus efectos y externalidades. Aquí es donde entra la participación ciudadana, especialmente en las comunidades de origen que en algunos casos cuentan con derecho de veto a determinadas transferencias. El gobierno tiene también un importante papel en la construcción de las infraestructuras y en garantizar que estén abiertas a todos. Finalmente, el gobierno también actúa de soporte del mercado, con elementos como los registros de agua o diseminar información sobre las transacciones para que todos sepan los precios, cosa que facilita que no sólo los usuarios más sofisticados puedan beneficiarse.
Vanessa Casado
Profesora asociada de la Universidad de Texas ARM