Hugo Contreras, director de Seguridad Hídrica para América Latina de The Nature Conservancy
Una herramienta de gran utilidad e importancia para garantizar la seguridad hídrica en América Latina son los Fondos de Agua. Se definen como organizaciones que reúnen a actores públicos, privados y organizaciones de la sociedad civil y que desarrollan instrumentos financieros y de gobernanza, así como proyectos que buscan contribuir a la seguridad hídrica de cada una de las cuencas en las que trabajan y que utilizan el poder de la naturaleza para lograrlo.
Respaldados por la Alianza Latinoamericana de Fondos de Agua, son plataformas de acción colectiva que aglutinan a los diferentes actores relevantes que tienen que ver con la gestión del agua en una zona. Los Fondos establecen una visión a largo plazo basada en ciencia, definen una serie de acciones, proyectos y portafolios de inversiones que deben financiarse y facilitan soluciones para ello, ya sea mediante mecanismos financieros propios o coordinando acciones de los diferentes actores que integran el Fondo.
Una de las grandes aportaciones de los Fondos de Agua es la del conocimiento científico ante la toma de decisiones sobre gestión de agua: estudian la situación de la seguridad hídrica de la cuenca, realizan análisis financieros, miden la incidencia de las políticas públicas y recopilan información para concienciar a la población. En suma, representan una visión objetiva sobre los retos del agua.
Una imagen de contrastes
En lo que se refiere a la gestión del agua, América Latina presenta una imagen de notables contrastes. Dispone del 30% del agua dulce del planeta y solo un 10% de la población; sin embargo, el 50% de esta agua está concentrada en una sola cuenca, el Amazonas. Esto genera que, de manera natural, exista una distribución desigual del recurso.
Además de esta condición geográfica, históricamente no se han tenido en cuenta la disponibilidad de agua en las decisiones de localización de las ciudades. Algunos ejemplos muy ilustrativos son los de Perú, con más del 90% de la población concentrada en la zona costera, donde solo está el 2% del agua disponible, y México, con el 80% de la población y del PIB ubicados en la zona centro-norte, con solo el 20% del agua del país.
Otro elemento de gran influencia es la dinámica socioeconómica de la región, que repercute en tres nexos fundamentales:
- Nexo agua – energía: América Latina presenta un crecimiento económico muy fuerte, con lo que la demanda de energía es muy alta. Además, el 50% de esta energía procede de fuentes hidroeléctricas, de modo que el uso del agua es muy intensivo.
- Nexo agua – alimentos: la región puede considerarse como “el granero del mundo”. Así, existen países altamente productores de grano y también otros especializados en productos de alto valor, que requieren una gran cantidad de agua para su procesado.
- Nexo agua – cambio climático: junto a esta gran demanda de agua para la agricultura y la industria, la temperatura del planeta se está incrementando y los glaciares de la zona andina se están derritiendo de manera acelerada. El cambio climático está afectando la capacidad de la naturaleza de mantener sus flujos de agua en cantidad y calidad y al mismo tiempo está aumentando el riesgo de catástrofes naturales.
A nivel de gobernanza, desde el 2012 la OCDE ha identificado la gobernanza del agua como un reto y en sus últimos informes ha señalado que en América Latina faltan recursos para dirimir conflictos de gestión del agua; no existe información suficiente para la toma de decisiones, y también hay carencias en recursos financieros, humanos y políticas públicas. No obstante, es importante reconocer que en la región se están realizando importantes esfuerzos en diferentes países para actualizar sus marcos regulatorios y jurídicos y modernizarlos.
En estas normativas de nuevo cuño, se están integrando el cuidado de los ecosistemas y las fuentes de agua junto a su distribución a las poblaciones y las actividades económicas.
Existe además una conciencia creciente por parte de las autoridades acerca de la necesidad de acelerar las inversiones en distribución de agua, con Chile como caso paradigmático. El acceso al agua potable ha ido creciendo en los últimos años, a velocidades dispares pero de manera importante, al igual que los sistemas de saneamiento. La asignatura pendiente sigue siendo la depuración de aguas residuales.
En esta labor de concienciación e impulso a las inversiones están plenamente inmersos los Fondos de Agua, cuyo trabajo se basa en acelerar las acciones para alcanzar y mantener la seguridad del agua, protegiendo las fuentes de agua, cerrando la brecha entre el suministro y la demanda y mitigando los retos que conlleva el cambio climático.
Convencidos de que los Fondos pueden coadyuvar a lograr las transformaciones necesarias, los socios de la Alianza Latinoamericana de Fondos de Agua, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Fundación FEMSA, el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) y la Iniciativa Internacional de Protección del Clima (IKI) y The Nature Conservancy (TNC) trabajamos en la creación de distintas herramientas y metodologías para ayudarles a cumplir su misión para lograr un futuro con agua.