Por Jorge Olcina, Catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Alicante (España)
La inclusión del cambio climático y sus efectos en la ordenación del territorio es cada vez más necesaria. En el escenario actual, es imprescindible que los procesos de planificación territorial incorporen tanto los riesgos climáticos como los fenómenos atmosféricos extremos.
El ser humano se ha convertido, sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XX, en un generador de espacios de riesgo. En espacios donde ya existía una peligrosidad natural, se han realizado ocupaciones indebidas del territorio, asentamientos en cauces de ríos o en primera línea de costa, explotaciones agrícolas con mayor demanda de agua que la disponible o se ha apostado por un modelo urbanístico poco sostenible.
Todas estas acciones se producen además dentro de un contexto de calentamiento climático progresivo, que está empezando a afectar cada vez a más regiones y países. Para resolver los problemas derivados de estas acciones, es fundamental apostar por una ordenación racional del territorio que tenga en cuenta la sostenibilidad y la ética como principios fundamentales.
Desde el punto de vista de la sostenibilidad, se han ido fijando una serie de objetivos multinivel de obligado cumplimiento, que también deben servir de pauta de actuación en gestión hídrica y ordenación del territorio para las próximas décadas. A nivel mundial, contamos con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas; por su parte, la UE ha presentado el Pacto Verde Europeo para alcanzar las emisiones cero en 2050; España ha aprobado recientemente la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, y algunas comunidades autónomas están aprobando sus propios ordenamientos para la adaptación al cambio climático.
Estamos en un momento decisivo de la Historia reciente de la humanidad, en el momento de decidir qué camino queremos seguir, con un contexto atmosférico que cada vez está presentando más irregularidades y un calentamiento global que de momento parece no tener fin. Aunque los países están firmando acuerdos y protocolos, no conseguimos reducir las emisiones, ya que no disminuimos el consumo energético ni modificamos su estructura de generación, muy basada aún en la quema de combustibles fósiles. Teniendo esta realidad en cuenta, es necesario identificar una serie de retos y de pautas que marquen la ordenación del territorio presente y futuro.
La planificación territorial en el siglo XXI
La ordenación del territorio en el s.XXI, en el contexto de cambio climático actual, exige tener en cuenta cinco retos principales:
- La sostenibilidad como principio rector.
- La incorporación del cambio climático y los riesgos naturales en la planificación territorial.
- El empleo de herramientas cartográficas (SIG) para el diseño de la infraestructura verde.
- El diseño de indicadores para la evaluación continua de acciones de ordenación territorial.
- El respeto al ordenamiento jurídico y a las jerarquías administrativas en las actuaciones.
En materia hídrica, el cumplimiento de estos retos se materializan en tres acciones principales: la gestión desde la demanda, la reutilización de las aguas y la economía circular.
Frente a la planificación tradicional de la oferta, es imprescindible pasar al esquema de gestión desde la demanda. En un contexto de cambio climático, la gestión de la oferta es cada vez más difícil y a menudo trae consigo conflictos territoriales entre regiones o “guerras de agua”. Para evitar esta problemática, la apuesta debe ser emplear solo el agua disponible y reutilizarla al máximo, a través de tecnologías de reúso y desalación, que requieren inversiones de calado. Paralelamente, el concepto de economía circular debe estar presente en la planificación hidrológica, esto es, devolver al sistema los recursos que ya se han utilizado y que hasta hace poco tiempo no se tenían en cuenta en la gestión del agua.
En las últimas décadas, hemos generado un elevado grado de vulnerabilidad en muchos territorios debido a actuaciones poco acordes con la dinámica propia de la naturaleza. Resolver los desafíos del cambio climático en la ordenación del territorio y la gestión hídrica requiere de inteligencia, educación y concienciación, cultura del territorio y análisis de riesgos. Desde la perspectiva ética, estamos obligados a proponer soluciones de diversa índole, combinando acciones estructurales, no estructurales, mixtas, basadas en la educación y la comunicación, o más tradicionales basadas en la ingeniería. La racionalidad tiene que imponerse en todas ellas, así como el uso de tecnología monitoreo constante que permita una planificación que parta de datos reales.
Jorge Olcina
Doctor en Geografía (1993), y Catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Alicante, donde imparte clases de Ordenación del Territorio, Climatología y Riesgos Naturales. Ha centrado sus investigaciones en diversas temáticas geográficas. Es autor o coautor de numerosas publicaciones (artículos, capítulos de libro y monografías). Ha participado en diversos proyectos de investigación sobre temática geográfica e histórica desarrollados en la Universidad de Alicante. Ponente en el Año Internacional del Planeta Tierra (2008), declarado por la UNESCO. Profesor invitado en universidades de España, Europa e Iberoamérica. Miembro del Consejo Editorial de diversas revistas científicas de temática geográfica y ambiental.
Su trabajo de investigación aborda diversas temáticas geográficas: teoría y métodos de la geografía, climatología, riesgos naturales, recursos y gestión del agua, ordenación del territorio, geografía regional.