En un entorno cada vez más globalizado, la escasez del recurso es una realidad por lo que lograr una nueva gestión del agua sostenible, cercana a los ciudadanos y basada en la seguridad hídrica es uno de los grandes objetivos.
España está atravesando un periodo crítico en lo que respecta a la reserva hídrica, un tema que ha escalado en importancia y urgencia no solo en Cataluña, sino en todo el territorio nacional. Ocupamos el tercer lugar de estrés hídrico en Europa, después de Malta y Bélgica. Además, el 42 % del territorio nacional tiene una situación de estrés hídrico (relación entre agua dulce extraída y disponibilidad del recurso).
Este panorama no solo afecta el suministro para el consumo humano, sino que tiene implicaciones directas en la agricultura, la industria y el turismo, sectores clave para nuestra economía. Por poner un ejemplo, la sequía ha sido el lastre principal de la economía catalana durante el 2023. En plena crisis del agua, la Generalitat ha comenzado a tomar medidas de ahorro, pero lo cierto es que, la fata de lluvia ya ha tenido impacto en sus cuentas. Concretamente, el Producto Interior Bruto (PIB) del sector agrario de la región en 2023 se desplomó un 17,6% y acumula otro año negro, tras ceder también un 13,9% en 2022.
Además, de estas pérdidas, según la Prueba de Estrés Climático Macroeconómico (MCST) realizada por Scope, agencia de calificación crediticia europea, España afrontará pérdidas por valor de 4,6 billones de euros hasta 2050, a causa de las sequías y de las olas de calor.
En resumen, el cambio climático está cobrando una factura económica cada vez más alta, y es esencial adoptar estrategias efectivas para enfrentar este desafío. La escasez del recurso no puede ser un factor limitante para el desarrollo económico. Hay soluciones, hay tecnología por lo que tememos que apostar por estas soluciones.
Las inversiones son la pieza angular para mejorar la eficiencia y la solución pasa por invertir en infraestructuras físicas y acelerar el cambio tecnológico aplicando una digitalización que optimice el control del agua. Vía en la que sólo se piensa cuando estamos en situación de sequía. Las inversiones hay que hacerlas no en tiempos de crisis, sino que en circunstancias normales.
Pilares estratégicos
La factura del cambio climático actual dice que las pérdidas económicas por la sequía van a más y que es mucho más barato adoptar medidas para mitigar su impacto. Según el World Economic Forum, las sequías han aumentado un 30% desde el año 2000 y los daños económicos que generan un 63%. Naciones Unidas dice que la sequía impactará en 3 de cada 4 habitantes del planeta en 2050.
Los pilares estratégicos para hacer del agua un recurso ilimitado son potenciar la reutilización, regeneración y desalación.
No solo podemos quedarnos en la desalación ya que debemos convertir los retos hídricos en oportunidades ha sido el objetivo de países como Singapur que es reconocida a nivel internacional como una ciudad modelo para la gestión del agua o California que encarna el cambio de paradigma en la gestión del agua, ofreciendo una nueva solución para la crisis hídrica al autorizar en enero de este año el suministro directo de agua regenerada de depuradora a la red de abastecimiento urbano, uso que hasta este momento ya se venía utilizando para el riego, el baldeo de calles o la recarga de acuíferos, pero que ahora podrá extender su uso para atender de manera directa la demanda de agua de boca de sus 40 millones de habitantes.
Además de la reutilización del agua a través de la regeneración como clave para garantizar el suministro, otra de las estrategias es la potencialización de las alianzas y colaboraciones público-privadas.
La modernización de los regadíos y la digitalización del sector serán fundamentales para paliar los efectos del Cambio Climático, que deberán ir de la mano de políticas diseñadas para realizar una gestión eficiente y sostenible del agua que le aporte el valor económico que realmente tiene para sus diversos usos. Y para conseguir este cambio es imprescindible la colaboración público-privada, donde el sector privado trabaje en estrecha coordinación con gobiernos fuertes de alta capacidad a todos los niveles, donde estos niveles estén a su vez bien coordinados entre ellos.
La colaboración público-privada ha sido una herramienta eficaz, y con la llegada del Plan Estratégico de Recursos Hídricos (PERTE), es importante seguir impulsando estas alianzas para lograr los objetivos establecidos. A parte del PERTE hoy en día hay otros ejemplos recogidos en la ley aprobada en mayo del año pasado por la Generalitat, la ley de “medidas extraordinarias y urgentes para afrontar la situación de sequía excepcional en Catalunya” que fija una serie de inversiones prioritarias para hacer frente a la falta de lluvias que tienen como destino infraestructuras concretas de abastecimiento que Aguas de Barcelona gestiona en régimen de concesión. Se trata de varias actuaciones en las localidades de Sant Joan Despí y Sant Feliu de Llobregat y en el río Besós.
La sequía es un fenómeno natural que puede tener un impacto significativo en la economía de un país, y España no es una excepción. La factura económica cada vez es más alta, y es esencial adoptar estrategias efectivas para enfrentar este desafío.