El estrecho vínculo entre la economía y el agua
En el vasto panorama de desafíos globales, sólo la disponibilidad y calidad del agua, su buena gestión y sostenibilidad determinarán el futuro y la estabilidad económica de nuestras sociedades.
El cambio climático ha propiciado un incremento del estrés hídrico en España. Un país con distintas casuísticas u escasez estructural, especialmente delicada en la región del mediterráneo. Las consecuencias de no dispone de agua tienen múltiples impactos como son el social, económico y medioambiental. La regeneración de agua, la inversión y la investigación son sólo una pequeña parte de las propuestas que el presidente de El Foro de la Economía, Francisco Lombardo, aborda en la entrevista realizada por la revista Retema para su edición de mayo/junio.
¿Cuál es el papel fundamental del agua en la economía y cómo impacta en diferentes sectores industriales?
El agua es uno de los principales indicadores de desarrollo económico de un país. El último estudio publicado por la Unesco estimó que más de 1.400 millones de puestos de trabajo, es decir el 42% de la población activa a nivel mundial, dependían en gran medida del agua, y que otros 1.200 millones de puestos de trabajo, es decir, el 36% de la población activa mundial, son moderadamente dependientes de este recurso. Es decir que el 78 % de los puestos de trabajo a nivel mundial tienen una vinculación directa con el agua.
Todos los sectores productivos de un país necesitan agua para desarrollarse, por ejemplo, un suministro de agua insuficiente o irregular afecta de manera cuantitativa y cualitativa, al empleo en el sector agroalimentario ya que merma su producción y compromete su estabilidad financiera. Algo que repercute de manera directa en el consumidor final. Además, la agricultura tiene un papel fundamental en el apoyo al sustento, sobre todo para los más pobres, con un importante aspecto ligado al autoconsumo.
En términos generales, podríamos asegurar que el sector industrial está realizando en los últimos años una apuesta en firme por la sostenibilidad y aprovechamiento del agua, mejorando su calidad e implementado sistemas de producción más limpios, novedosos y especializados que facilitan la creación de nuevos puestos de trabajo especializados.
¿Podría proporcionarnos ejemplos concretos de cómo la disponibilidad y calidad del agua afectan el desarrollo económico de una región o país?
Teniendo en cuenta que el crecimiento económico de un país depende en gran medida del agua los ejemplos son múltiples desde Europa a América del Norte, pasando por Asía-Pacífico.
Uno de los más significativos es el Cuerno de África, donde las reiteradas y severas sequías han afectado de manera directa a la economía y al desarrollo de Somalia, Etiopía y Kenia. Muchos de sus habitantes han tenido que desplazarse desde sus lugares de origen en busca de unas condiciones mínimas que les permitan la supervivencia.
El cambio climático está exacerbando esta problemática, de manera que ACNUR ya cifra en 20 millones el número de refugiados climáticos y el Banco Mundial estima que las tasas de crecimiento económico de algunas regiones podrían disminuir hasta un 6% del PIB en 2050 como consecuencia de pérdidas vinculadas con el agua en la agricultura, la salud, los ingresos y la prosperidad. La escasez de agua, no sólo marcan la pobreza, sino que también fomentan los movimientos migratorios y los conflictos.
¿Cuáles son los principales desafíos económicos relacionados con el agua que enfrentamos actualmente a nivel global?
Los principales desafíos son financiar la inversión y tener un gasto eficiente. Según detalla el Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2023, de manera tradicional las inversiones realizadas con el agua se han financiado con presupuestos públicos, incluidas las transferencias internacionales, y con las contribuciones de los usuarios del agua. La Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) para el agua ha aumentado de forma constante desde comienzos del 2000, sin embargo, en comparación con otros sectores, estos fondos representan solo una pequeña parte de la AOD total, pues de 2016 a 2020 se destinó al agua menos del 4%.
La cantidad de recursos financieros privados canalizados a través de la financiación oficial al desarrollo para el suministro de agua y saneamiento asciende a 4.600 millones de dólares entre 2016 y 2020, en comparación con los más de 48.000 millones destinados al sector energético. Y en 2020 el 80% de la AOD destinada al agua se clasificó como contribución para la “adaptación al cambio climático”.
Asegurar el agua potable y el saneamiento para todos supone un desafío económico de extraordinaria magnitud.
¿Cuáles son los costos económicos de la escasez de agua y la sobreexplotación de recursos hídricos en términos de productividad y desarrollo sostenible?
El coste de la escasez de agua no puede cuantificarse solo en términos económicos. Su importancia es tal, que pone en peligro el derecho humano al futuro de las próximas generaciones, es decir, la falta de agua trae consigo que muchas de las generaciones que aún no han nacido sean ya, per se, un colectivo vulnerable.
No obstante, hay informes como el elaborado en enero de 2020 por el World Resources Institute (Instituto de Recursos Mundiales) en el que se asegura que para conseguir un acceso equitativo al agua potable para todos en 2030 podría ser necesario triplicar las actuales cifras de inversión. Asimismo, este informe sostiene, que el coste mundial estimado de la gestión sostenible del agua es aproximadamente de 1,04 billones de dólares al año. Además, concreta que, a nivel mundial, para hacer frente a la escasez de agua se debería invertir un total de 445.000 millones de dólares al año debido a la magnitud del problema.
Por su parte, desde el Banco Mundial apuntan que, si se mantiene el crecimiento demográfico y las actuales prácticas de gestión del agua, en 2030 el mundo tendrá un déficit del 40% entre la demanda y el suministro de agua, que supondrá una carestía que puede tener un coste, en ciertas regiones, especialmente las más cálidas y secas del mundo, de hasta el 6% del PIB.
¿Es el precio del agua demasiado bajo? ¿Da muestras de la escasez de agua que estamos viviendo?
En primer lugar, debemos dejar claro que el agua es un bien público y no tiene “precio” como tal. Lo que pagamos en el recibo son todos los procesos ligados a la gestión del agua, que cada vez son más complejos y tecnificados, así como el mantenimiento de las infraestructuras hídricas, fundamental para evitar pérdidas del recurso, especialmente ahora que es cada vez más escaso.
Teniendo todo esto en cuenta, efectivamente, el precio del agua no se encuentra alineado con la actual escasez del recurso. No obstante, al tratarse de un bien básico e imprescindible, para plantear un incremento en el precio del agua es necesario actuar con cautela y con la garantía de que su acceso se mantiene intacto para la población más vulnerable.
A modo ilustrativo, y para sustentar nuestra tesis de que el precio del agua no se encuentra alineado con la actual escasez del recurso, podemos hacer referencia a los datos publicados en el estudio realizado por AEAS-AGA en 2020. Estas dos asociaciones sostienen que el precio medio de un metro cúbico de agua en España se situó en 1,99 euros. De este precio medio, el 59% corresponde al servicio de abastecimiento; el 14% a alcantarillado y el 28% restante al servicio de depuración.
Además, del estudio se desprende que, si se analiza el precio según el tamaño de la población, se observa que los precios medios más elevados corresponden a poblaciones de entre 20.000 y 50.000 habitantes y poblaciones entre 50.000 y 100.000 habitantes, siendo el precio más bajo el de las áreas metropolitanas.
¿Cuál es la relación entre los eventos extremos relacionados con el agua, como inundaciones y sequías, y los impactos en la economía a nivel local, regional y global?
Los datos económicos más recientes a los que tenemos acceso aseguran que entre 1998 y 2017, las sequías provocaron pérdidas económicas globales que ascendieron a aproximadamente 124.000 millones de dólares (119.000 millones de euros). Si el calentamiento global alcanza los 3 grados Celsius para el año 2100, tal como se ha pronosticado, las pérdidas causadas podrían ser cinco veces más altas de lo que son hoy.
Además de la sequía, las pérdidas globales por desastres naturales se han disparado en los últimos 50 años a casi 4.300 millones de dólares (4 billones de euros), según los datos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), dependiente de la ONU publicados el pasado mes de mayo.
Más del 60% de las pérdidas económicas contabilizadas (y en gran parte cubiertas por seguros) afectaron a las economías más desarrolladas. Por ejemplo, Estados Unidos perdió 1.700 millones de euros a causa de los desastres climáticos en estos últimos 50 años, lo que supone el 39% de los daños a nivel global, con un coste estimado de 1,7 trillones de dólares.
¿Qué estrategias y políticas se pueden implementar para promover una gestión adecuada y sostenible del agua desde una perspectiva económica?
La gestión sostenible del agua se basa en tres pilares fundamentales: una adecuada gobernanza, inversiones suficientes en infraestructuras hídricas y políticas públicas que fomenten el ahorro de agua y el consumo responsable del recurso en todos los sectores productivos y también en el ámbito doméstico. Para lograr este “triángulo virtuoso”, es necesario el establecimiento de alianzas de todos los actores implicados: la administración pública, la iniciativa privada, la academia y la sociedad civil. Es importante además dejar claro que la perspectiva económica va indefectiblemente unida a la medioambiental, a la que en ningún caso podemos renunciar si queremos garantizar la continuidad del acceso al agua.
¿Cuál es el papel de la inversión en infraestructuras hídricas y la protección de los ecosistemas acuáticos en la generación de beneficios económicos a largo plazo?
Impulsar la financiación de las infraestructuras hídricas es un paso imprescindible para lograr el ODS 6, es decir, para garantizar el acceso universal al agua y al saneamiento. Así quedó de manifiesto en el side event oficial que el Foro de la Economía del Agua celebró en Nueva York, coincidiendo con el desarrollo de la Conferencia Mundial Sobre el Agua de Naciones Unidas.
La falta de financiación para infraestructuras hídricas es una de las principales razones por las que el ODS 6 no se materializa. Tenemos la obligación de dejar de entender los ODS como una declaración de intenciones y pasen a convertirse en una realidad tangible.
Esta necesaria financiación tiene tres vías principales: los presupuestos de los estados, el sistema financiero y la contribución de los usuarios finales, todos ellos imprescindibles para garantizar la eficiencia del sistema y la protección ambiental.
Para poder desarrollar esta financiación es imprescindible crear alianzas que la impulsen. Estas alianzas, alineadas con el ODS 17, son la única forma de asegurar una financiación sostenible y duradera en el sector del agua.
¿Cuáles son las tendencias emergentes en la economía del agua, como la economía circular y la valoración de servicios ecosistémicos relacionados con el agua?
La gestión sostenible del agua se sustenta a través de dos pilares básicos: la optimización en el uso del recurso y la búsqueda de sistemas alternativos para incrementar su disponibilidad. En el primer punto, la digitalización desempeña un papel fundamental tanto en la gestión del ciclo urbano del agua como en obtener un conocimiento más exhaustivo del estado en que se encuentran las masas de agua y actuar en consecuencia para una mejor conservación.
Por lo que respecta a las fuentes alternativas de agua, destacan herramientas como la desalinización y el agua regenerada, ambas con un amplio margen de desarrollo. Esta última representa un claro exponente de la aplicación al sector hídrico de la economía circular, ya que consiste en la reutilización del recurso y su devolución condiciones adecuadas al medio natural.
¿Cuál es la importancia de la colaboración entre el sector público y privado para abordar los desafíos del agua desde una perspectiva económica y promover soluciones sostenibles?
Dada la magnitud de los retos a los que se enfrenta el agua, la colaboración público-privada resulta imprescindible, como parte de una alianza global de todos los actores implicados en la gestión de este recurso. Un ejemplo, a nivel nacional, de esta colaboración es la gestión hidrográfica por unidad de cuenca, un sistema vigente desde hace un siglo y que sigue operativo.
En el momento actual, el modelo de colaboración público-privada tiene gran utilidad ya que dota a la gestión hídrica de la tecnología que precisa para adaptarse al nuevo escenario de escasez hídrica motivado por el cambio climático.
¿Cuáles son las perspectivas futuras en términos de integración del agua en la economía y cómo podemos avanzar hacia un modelo económico más sostenible y equitativo con respecto al agua?
En realidad, el agua está integrada en la economía desde el comienzo de la actividad económica del ser humano, como recurso estratégico para su supervivencia y para su desarrollo. En el momento actual somos conscientes no sólo de su importancia, sino también de su vulnerabilidad, por lo que los conceptos de sostenibilidad y circularidad toman cada vez más fuerza. Aunque aún queda mucho camino por recorrer, la gestión sostenible y circular del agua está entrando en las agendas políticas nacionales e internacionales.
Entrevista al Presidente del Foro de la Economía, Francisco Lombardo, para el especial de mayo/junio de la revista Retema.