Por Francisco Lombardo, presidente del Foro de la Economía del Agua
En apenas 20 minutos, la Z-30 de Zaragoza, en el tramo conocido como el Barranco de la Muerte, se convirtió en una trampa mortal. Las escenas de la gran riada provocada por los 54 litros de agua por metro cuadrado que asolaron la ciudad en poco más de media hora contrastaron el pasado 7 de julio con las imágenes de los pantanos españoles al límite de su supervivencia. Límite que también llevó a la asfixia de su existencia a los cultivos de la huerta murciana. El temporal de precipitaciones y los episodios de altas temperaturas son la paradoja de los fenómenos meteorológicos que se tornan cada vez más extremos. Son las dos caras de una misma realidad. Son el rostro visible del cambio climático.
Fuente: ABC