Según el Informe de progreso 2022 de Naciones Unidas, el desarrollo sostenible se encuentra bajo amenaza. A menos que se potencie el progreso de modo sustancial, miles de millones de personas seguirán en 2030 sin poder acceder a servicios de agua potable gestionados de modo seguro, saneamiento e higiene. El crecimiento poblacional, la mala gestión y la contaminación de los suministros son algunos de los factores que deterioran a los recursos hídricos y sus ecosistemas, e impactan sobre la salud humana, las actividades económicas y el suministro de alimentos y energía. En consecuencia, actualmente 829.000 personas mueren al año por enfermedades directamente atribuibles al agua contaminada, el saneamiento inadecuado y las malas prácticas de higiene.
Para revertir esta situación, será necesario actuar urgentemente: duplicar la tasa mundial promedio de implementación de mejoras en la gestión; realizar esfuerzos adicionales en materia de inversión; potenciar la cooperación entre los países que comparten aguas transfronterizas; y cuadriplicar el ritmo de progreso. De mantenerse la tendencia actual, en 2030 habría 1.600 millones de personas sin acceso a suministros de agua potable gestionados de forma segura; y 2.800 millones sin acceso a saneamiento. Distintas son las proyecciones en torno a la práctica de la defecación al aire libre, que disminuyó un tercio entre 2015 y 2020, de 739 millones de personas a 494 millones, y que va encaminada a desaparecer.
Cobertura mundial de los servicios de agua potable, saneamiento e higiene, 2015-2020 (porcentaje), y aceleración necesaria para lograr la cobertura universal para 2030
La remediación temprana de la contaminación del agua requerirá vigilancia activa
Mejorar la calidad del agua es esencial para proteger la salud de los seres vivos. El estudio en 2020 de ríos, lagos y acuíferos de 97 países evidenció que el 60% del agua era de buena calidad ambiental. Sin embargo, de los 76.000 cuerpos de agua evaluados, solo el 1% estaba en los países más pobres. Debido a la falta de seguimiento, se desconoce la calidad del agua de la que dependen al menos 3 mil millones de personas. Tampoco hay datos sobre las aguas subterráneas, que a menudo representan la mayor parte de agua dulce de un país. Solo alrededor del 60% de los países que reportan información incluyó datos sobre ellas.
Las aguas residuales de origen agrícola y sin tratar son las dos amenazas más graves para la calidad ambiental del agua a nivel global. Se necesita un progreso acelerado de la mejora en la gestión, especialmente en regiones con alto crecimiento poblacional. Con un sistema de seguimiento bien desarrollado, los problemas podrían identificarse en una etapa temprana, haciendo posible la implementación de medidas de mitigación.
El norte de África y Asia occidental alcanza niveles peligrosos de presión sobre los recursos hídricos
El estrés hídrico ocurre cuando la relación entre el agua dulce extraída y el total recursos renovables de agua dulce está por encima del umbral del 25%. Si bien a nivel mundial, alcanzó un nivel del 18,6% en 2019, este promedio enmascara variaciones regionales sustanciales. África del Norte y Asia Occidental sufrieron un nivel crítico de estrés hídrico ese año, que alcanzó el 84.1%, un aumento del 13% desde 2015.
Esta problemática, que alcanza al 10% de la población mundial, podría aliviarse con la mejora en la eficiencia del uso del agua, que pasó de $17,4 a $19,4 por metro cúbico entre 2015 y 2019. Sin embargo, en la agricultura, el sector de mayor consumo, fue de solo $0,63 por metro cúbico en 2019. Por ello, aumentar la productividad del agua agrícola es clave, particularmente en países áridos que dependen de la agricultura.
Nivel de estrés hídrico: extracción de agua dulce como proporción del total renovable de recursos, 2019 (porcentaje)
La ausencia de acuerdos de cooperación sobre recursos hídricos compartidos: una fuente potencial de conflicto
Los ríos, lagos y acuíferos transfronterizos son compartidos por 153 países alrededor del mundo. Garantizar que estas aguas se gestionen equitativamente, de manera sostenible y pacífica, particularmente en el contexto del cambio climático, requiere que los países establezcan acuerdos. Según datos recopilados en 2020 de 129 países, 32 de ellos informaron que el 90% o más de sus aguas transfronterizas estaban cubiertas por ellos, un aumento de 22 países respecto a 2017. En Europa y América del Norte, 24 de 42 países tienen tales niveles de cobertura, en comparación con 5 de 42 países en África subsahariana y un total de 3 países en el resto del mundo.
Fuente: Naciones Unidas