Por Vanessa Casado. Profesora asociada de la Universidad de Texas ARM
El escaso protagonismo de las mujeres en la gobernanza del agua es un reflejo más de las desigualdades de género que se registran de forma generalizada en todos los ámbitos de la sociedad. En lo que al agua se refiere, las mujeres son al mismo tiempo protagonistas fundamentales para impulsar los avances en el derecho al agua y al saneamiento, y el género más perjudicado por los problemas de acceso al recurso.
El objetivo para el desarrollo sostenible 6 de la Agenda 2030 de la ONU expresamente “denuncia” que “las mujeres y las niñas son las encargadas de recolectar agua en el 80% de los hogares sin acceso a agua corriente”. Luis Felipe López Calva, Subsecretario General de la ONU y director regional para América Latina y El Caribe en el PNUD, destacó, en base a este ODS en el último Foro de la Economía del Agua que la disponibilidad de agua y el acceso a fuentes mejoradas de agua es muy desigual, con enormes brechas de cobertura a nivel de regiones y países y que ello afecta de manera especialmente grave a las mujeres, ya que la tarea de recolección del agua recae de manera desproporcionada sobre ellas.
Aunque demasiado alejadas de la toma de decisiones, las mujeres tienen un papel de extraordinaria importancia en la gestión hídrica. Tal y como apunta el informe de la Unesco “Indicadores con perspectiva de género para la evaluación, el seguimiento y la presentación de informes sobre los recursos hídricos”, la gestión del saneamiento y la higiene en el hogar, que a menudo es responsabilidad de las mujeres, es fundamental para salvaguardar la salud pública, la dignidad privada y hacer un uso responsable.
El informe añade que la falta de acceso al agua y al saneamiento disminuye de maneras distintas las oportunidades de las mujeres en materia de salud, educación y empleo. Se hace eco de una encuesta publicada en 2017 por la OMS y UNICEF que apunta que en ocho de cada diez hogares las mujeres y las niñas son las principales responsables de la recolección de agua, “una tarea que requiere mucho tiempo cuando el agua solo está disponible fuera de las viviendas, lo que limita la asistencia a la escuela de las niñas, así como su acceso a la educación superior y a futuras opciones profesionales”. El informe destaca también que un nivel rudimentario de saneamiento e higiene puede poner en peligro la salud y la supervivencia de las mujeres durante el parto.
Mujeres como agentes de cambio
Pese a la dificultad de acceso a los estamentos de decisión y gobernanza, el papel de las mujeres como líderes en la lucha contra el cambio climático y en la que la gestión hídrica está ampliamente reconocida por las organizaciones internacionales.
El lema de este año para el Día Internacional de la Mujer, que se celebra el 8 de marzo, es “Igualdad de género hoy para un mañana sostenible”. Con él la ONU reconoce la indispensable contribución de las mujeres y las niñas de todo el mundo, “que están liderando los esfuerzos de respuesta, mitigación y adaptación al cambio climático para construir un futuro más sostenible para todas las personas”.
En la misma línea, el pasado 11 de febrero, día internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, la ONU destacaba el papel de las mujeres y las niñas en la ciencia para acelerar el progreso hacia la consecución del ODS 6, así como importancia no solo como beneficiarias, sino como verdaderos agentes de cambio.
La participación de las mujeres como capital humano en los sectores intensivos en el uso de agua como la agricultura y la producción de alimentos, así como su papel preponderante en la recolección de agua y en la conservación de las fuentes hídricas, no se corresponde con su escaso papel en la toma de decisiones sobre el recurso. La integración de las mujeres en la gobernanza del agua es otro de los desafíos pendientes que no admiten más demora.
La consecución de los derechos humanos al agua y al saneamiento, así como del conjunto de Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030 de la ONU necesita de las mujeres. La sostenibilidad del planeta y el derecho de las próximas generaciones al futuro y a vivir en un planeta habitable, no podrán lograrse sin ellas.
Vanessa Casado
Profesora asociada de la Universidad de Texas ARM