Por Francisco Lombardo, Presidente del Foro de la Economía del Agua
“La lluvia es una cosa que sin duda sucede en el pasado”, escribió una vez Jorge Luis Borges, seguramente sin imaginar que su obsesión en torno al tiempo viajaría hasta nuestro presente como una verdad innegable: la falta de agua.
El problema de la escasez de agua, recrudecida por la emergencia climática, esboza un futuro difícil: la crisis hídrica que azota a buena parte del planeta será una de las grandes contiendas que deberá afrontar la humanidad para asegurar su subsistencia.
Así lo entienden organismos internacionales como Naciones Unidas, el cual ha convocado este año la segunda Conferencia Mundial sobre Agua. A casi 50 años del anterior evento de estas características, del 22 a 24 de marzo, Nueva York será testigo de una cita histórica, ineludible, que tiene como objetivo impulsar las metas relacionadas con el agua acordadas internacionalmente y explicitadas en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
Será allí donde se aborde como primer eje de trabajo la importancia del acceso al agua potable, la higiene y el saneamiento para la salud. Posiblemente, esta sea una de las caras más crudas del problema del agua, ya que trae consigo, sin ir más lejos, la vida o la muerte de miles de personas. Según el Informe de progreso 2022 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, actualmente 829.000 personas mueren al año por enfermedades directamente atribuibles al agua contaminada, el saneamiento inadecuado y las malas prácticas de higiene.
Además, la problemática afecta especialmente a los más vulnerables: el agua no potable y el saneamiento deficiente son una de las principales causas de mortalidad infantil. La diarrea – asociada a la escasez de agua, saneamientos inadecuados, aguas contaminadas con agentes patógenos de enfermedades infecciosas y falta de higiene – causa la muerte de cerca de un millar de niños a diario en países en desarrollo, la mayoría de ellos menores de cinco años.
Para revertir esta situación, Naciones Unidas nos llama a actuar urgentemente y establece una serie de objetivos: duplicar la tasa mundial de implementación de mejoras en la gestión del agua; realizar esfuerzos adicionales en materia de inversión; potenciar la cooperación entre los países que comparten aguas transfronterizas y cuadriplicar el ritmo de progreso.
El costo de no hacerlo sería sencillamente inabordable. De mantenerse la tendencia actual, en 2030 habría 1600 millones de personas sin acceso a suministros de agua potable gestionados de forma segura, y 2800 millones sin saneamiento.
Agua y ODS
Por el carácter central del derecho humano al agua en la vida y la salud de las personas, la escasez del recurso no solo compromete el cumplimiento del ODS 6, sino prácticamente la totalidad de la Agenda 2030.
De hecho, es especialmente importante su impacto en el ODS 1, que apela a poner fin a la pobreza en todas sus formas en todo el mundo. Existe una la correlación casi perfecta entre la falta de acceso al agua potable y la pobreza, especialmente en los países menos desarrollados.
Lo mismo ocurre, entre otros, con el ODS 3, que contempla garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades; y el ODS 4, que plantea garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje para todos. Según los últimos datos disponibles de UNICEF y la OMS, una de cada tres escuelas primarias y una de cada cuatro escuelas secundarias no cuentan con servicios básicos de agua para consumo, lo que afecta a 546 millones de niños y niñas en edad escolar. Además, un tercio de estos niños viven en los países menos desarrollados y más de la mitad provienen de contextos frágiles.
El agua impacta también de modo determinante en el ODS 5, que plantea lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas. Ellas son las responsables de la recogida de agua en el 80% de los hogares que sufren escasez, por lo que se ven frecuentemente apartadas de la escuela y el trabajo asalariado, no solo por el tiempo que consume la tarea, sino también por la incapacidad de acceder a los servicios de higiene necesarios.
Avanzar en las metas de la Agenda 2030
Por todo ello, desde el Foro de la Economía del Agua queremos resaltar la importancia de avanzar en las metas de la Agenda 2030, poniendo especial énfasis en tres de ellas: lograr el acceso universal y equitativo al agua potable a un precio asequible para todos; lograr el acceso a servicios de saneamiento e higiene adecuados y equitativos, prestando especial atención a las necesidades de las mujeres, las niñas y las personas en situaciones de vulnerabilidad, y mejorar la calidad del agua.
En este último punto, es importante trabajar para reducir la contaminación, eliminar el vertimiento y minimizar la emisión de productos químicos y materiales peligrosos, además de reducir a la mitad el porcentaje de aguas residuales sin tratar y aumentar considerablemente el reciclado y la reutilización sin riesgos a nivel mundial.
Esto solo será posible si todos nos sumamos a la tarea: el sector público, el privado, la academia y la sociedad civil. En sintonía con el ODS 17 de Naciones Unidas, que insta a una Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible, pensamos que el éxito de la Agenda 2030 en general y de los desafíos relacionados con el ciclo hídrico en particular dependen de la aportación de todos.
No perdamos de vista que lo que está en juego: en definitiva, es la supervivencia de las generaciones más jóvenes y las no nacidas aún. De nosotros depende que no se encuentren con un futuro sin recursos vitales como el agua, los alimentos o el aire puro, en un mundo más árido, con menor riqueza y menor biodiversidad.
Hacer efectivo hoy el derecho humano al agua y al saneamiento y asegurar su sostenibilidad será la piedra angular sobre la cual se erguirá el derecho humano al futuro.
Francisco Lombardo
Presidente del Foro de la Economía del Agua