El Foro de la Economía del Agua: Reflexiones sobre el Impacto Climático y la Gestión Sostenible del Agua
Entre el 1 y el 16 de marzo, España ha experimentado un repunte sorprendente en las precipitaciones, registrando un 64% más de lluvia de lo habitual para este mes. Este alivio ha sido crucial para los embalses, cuyos niveles para consumo humano han subido ocho puntos en apenas dos semanas. Cuatro borrascas consecutivas—Jana, Konrad, Laurence y Martinho—han golpeado la península, dejando una huella importante de agua en su paso. Esta es una noticia positiva, sin duda, pero ¿es suficiente para afrontar los retos que se nos avecinan?
Estos días de lluvia marcan un contraste con el invierno que dejamos atrás, una estación que, como en años anteriores, ha sido extremadamente seca, con precipitaciones que no alcanzaron ni el 80% de su valor normal. Los embalses han mejorado su nivel, con un aumento del 4,9% hasta alcanzar el 65,8%, lo que equivale a 36.867 hectómetros cúbicos de agua. Sin embargo, la sombra de la sequía sigue presente. Algunas cuencas siguen estando por debajo del 50%, como Guadalete-Barbate, Cuenca Mediterránea Andaluza y Segura, donde los niveles continúan siendo preocupantes. En particular, la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) señala que esta cuenca solo cuenta con un 25% de su capacidad total, una cifra ligeramente mejor que la del año pasado, pero todavía lejos de la seguridad hídrica necesaria.
Esta situación nos recuerda que, a pesar de la mejora momentánea, no podemos dar por sentada la estabilidad hídrica. El cambio climático está alterando los patrones de lluvias, provocando precipitaciones más intensas y erráticas. Fenómenos como la DANA de octubre nos han enseñado valiosas lecciones sobre la importancia de la planificación y la gestión del riesgo. Es necesario hacer frente a la creciente incertidumbre climática con inversiones y acciones urgentes que refuercen nuestra infraestructura hídrica, garanticen el abastecimiento en épocas de sequía y gestionen los excesos de agua durante eventos extremos como inundaciones.
Las inversiones en infraestructuras hidráulicas son más que urgentes. La mejora de los sistemas de drenaje y almacenaje en áreas urbanas y rurales, la construcción de embalses y canales, y la modernización de las infraestructuras existentes se presentan como elementos claves en la gestión sostenible del agua. Además, la digitalización y el uso de tecnologías inteligentes para la monitorización de lluvias, el pronóstico de fenómenos climáticos extremos y la gestión en tiempo real del recurso hídrico, son pasos fundamentales hacia una gestión más eficiente y adaptada a los tiempos que vivimos.
La seguridad hídrica no solo depende de los grandes proyectos de infraestructura, sino también de un cambio cultural y una mayor concienciación sobre el valor del agua. A pesar de los avances en sensibilización, la tarea de reducir el consumo sigue siendo crucial. En todos los sectores—domiciliario, agrícola e industrial—es fundamental ser conscientes del escaso recurso del que disponemos. Aquí, la colaboración público-privada juega un papel clave, no solo en la financiación de las infraestructuras necesarias, sino también en la gestión eficiente y en la creación de políticas que promuevan la reutilización del agua.
De hecho, España ha dado pasos importantes en la reutilización de aguas regeneradas, convirtiéndose en uno de los líderes en la UE en esta práctica. La trasposición del reglamento europeo sobre reutilización, aprobada a finales del año pasado, marca un hito importante en la optimización de este recurso. La reutilización del agua no solo alivia la presión sobre los recursos naturales, sino que también permite mejorar la calidad del agua disponible para el consumo humano y otros usos prioritarios, como la agricultura.
En este contexto, el Día Mundial del Agua, que se celebró el 22 de marzo, cobra una relevancia aún mayor, ya que este año coincide con el primer Día Mundial de los Glaciares, un recordatorio de la urgencia con la que debemos abordar la crisis climática. Los glaciares, que contienen casi el 70% del agua dulce del planeta, son esenciales no solo para la supervivencia humana, sino también para la salud de los ecosistemas. El retroceso acelerado de los glaciares, especialmente en regiones como los Pirineos, pone en riesgo a millones de personas y exacerba fenómenos como sequías, inundaciones y la subida del nivel del mar.
La protección de los glaciares y la gestión sostenible de los recursos hídricos vinculados al deshielo son desafíos globales que nos afectan directamente. En este Día Mundial del Agua, debemos comprometernos a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, mejorar la gestión del agua de deshielo y adoptar políticas de adaptación al cambio climático. La crisis de los glaciares no es solo ambiental, sino también un problema de supervivencia para el planeta y sus habitantes.
Hoy, más que nunca, la llamada a la acción es clara: necesitamos cambiar nuestra forma de gestionar el agua, invertir en soluciones sostenibles y, sobre todo, comprometernos con el futuro del agua y de los glaciares. Nuestro destino está intrínsecamente ligado al agua, y depende de nosotros preservarlo para las generaciones venideras.
¡Es hora de actuar! El futuro del agua y de nuestro planeta depende de nuestras decisiones de hoy.