Por Francisco Lombardo, Presidente del Foro de la Economía del Agua
El agua se encuentra en la esencia misma del pueblo chileno. El azul de la bandera de Chile representa los cielos y el océano Pacífico; el blanco, las cumbres nevadas de la cordillera de los Andes. Azul y blanco representan, en la bandera, el agua en sus distintas formas. Seña de identidad del país, el agua es una cuestión que se encuentra en la actualidad en el centro de la agenda política de Chile.
Aunque la escasez de agua es problema de dimensiones mundiales, no afecta a todos los países por igual. Chile, particularmente, es un país altamente vulnerable al cambio climático, con una situación de escasez hídrica especialmente complicada. No en vano se encuentra entre los veinte países con mayor estrés hídrico del mundo y, hace apenas un año, la drástica reducción del nivel de precipitaciones y las “megasequías” prolongadas abocaron a que más del 50% de la población chilena se encontrase bajo decretos de escasez.
Junto a la problemática derivada del cambio climático, existe en Chile una situación de deterioro ambiental que se viene generando desde el siglo XIX, marcada por la ausencia de caudales ecológicos, problemas por eutroficación, pérdida de humedales, etc. Si bien a partir de los años 90 del siglo XX se incorporó la cuestión ambiental dentro de la gestión del agua, a través de la Ley sobre Bases Generales del Medio Ambiente y de las distintas modificaciones al Código de Aguas, es necesario seguir avanzando hacia el equilibrio hídrico. Ante este panorama, resulta imprescindible acelerar la búsqueda de soluciones a través de las alianzas, las mejoras en la gobernanza y el desarrollo tecnológico.
Garantizar el derecho humano al agua y al saneamiento se convierte de esta forma en un reto que requiere la colaboración de todos. El consenso es el camino más directo, que no el más fácil, para garantizar de manera efectiva este derecho, y habrá que llegar a él desde diferentes perspectivas: regulatoria, política, social y empresarial. El agua requiere de esfuerzos en diferentes campos y de consenso. En Chile, el agua requiere de un gran Pacto Nacional.
Para que sea realmente efectivo, este Pacto deberá ir encaminado al desarrollo de una estrategia integral de país a largo plazo, que garantice la disponibilidad del recurso hídrico para todas las personas y para la naturaleza y que proteja la biodiversidad como elemento esencial para el desarrollo socioeconómico, de modo que Chile se posicione como referente a nivel global en gestión hídrica.
Para hacer realidad esta visión integral de la transición hídrica, que impulse la economía circular y el uso eficiente de los recursos, será esencial aumentar sustancialmente la financiación en I+D destinada a la sustentabilidad, priorizando áreas clave como la gestión circular del agua urbana, la evolución de las depuradoras hacia biofactorías, las soluciones basadas en la naturaleza y la innovación. Asimismo, se deberá crear un marco de incentivos e instrumentos fiscales que garantice una transición eficiente y socialmente justa y permita el desarrollo de la economía en torno al agua renovable.
Un enfoque basado en la circularidad y la equidad
El fomento de la circularidad del ciclo del agua, basada en la reutilización, es un elemento básico para hacer realidad la transición hídrica. Este enfoque circular debería incluir la puesta en marcha de una estrategia ambiciosa de restauración de ríos, acuíferos y otros ecosistemas acuáticos, así como el fortalecimiento de la red de reservas fluviales y otros espacios protegidos, además del impulso de medidas que incentiven a que la devolución del agua a los cauces se realice con unos parámetros incluso superiores en lo que a calidad de agua se refiere respecto a los iniciales cuando fue captada, lo que se conoce como agua regenerada y agua mejorada. Al mismo tiempo, resulta imperativo promover la reutilización y la desalinización del agua mediante una gestión integrada de todos los recursos hídricos del sistema, de forma que su precio medio sea económicamente viable.
Junto a la mejora de la calidad y cantidad de agua disponible, es necesario promover la equidad, a través del establecimiento de condiciones homogéneas en el disfrute del derecho al agua entre todos los ciudadanos y del diseño de criterios que aseguren el servicio a las personas vulnerables. Desde el punto de vista técnico, garantizar el acceso al agua de todos los chilenos requiere el impulso de medidas que permitan incrementar la calidad y la eficiencia del recurso; asegurar la sustentabilidad económica, ambiental y social de los servicios de agua y establecer un marco económico-financiero que facilite la renovación e inversión en infraestructuras hidráulicas.
Por otro lado e igualmente importante para incrementar la sostenibilidad y el equilibrio hídrico es la incorporación de soluciones basadas en la naturaleza, con especial atención en aquellos territorios con un alto riesgo frente a fenómenos climáticos extremos como inundaciones o lluvias torrenciales. Las soluciones basadas en la naturaleza pueden convertirse además en una herramienta complementaria de valor estratégico para reducir las emisiones y el impacto de los gases de efecto invernadero.
Finalmente, será necesario aumentar la resiliencia de las explotaciones agrícolas para que puedan adaptarse mejor al cambio climático y el déficit hídrico, y recuperarse más rápidamente de situaciones adversas como sequías. Para ello, será necesario fomentar la transformación de los cultivos y sistemas de producción, mejorar la formación de la gestión agrícola y crear los mecanismos financieros y de gobernanza adecuados.
Chile ha demostrado que tiene la capacidad de anticiparse al duro escenario que presenta la escasez hídrica, ya que cuenta con los elementos para convertir el reto en oportunidad: una sociedad concienciada y comprometida en materia de sustentabilidad; un gobierno que declara abiertamente la necesidad de ensanchar los acuerdos y los consensos; académicos y científicos a la vanguardia que aportan soluciones hace poco inimaginables; compañías tecnológicamente avanzadas y con reconocimiento a nivel global. Y por encima de todo, el convencimiento de que es imprescindible encontrar una solución de consenso a la escasez y a la regulación de un recurso que se encuentra en la esencia misma del pueblo chileno. Podemos y debemos encaminarnos a un gran Pacto Nacional por el Agua.
Francisco Lombardo
Presidente del Foro de la Economía del Agua