La expansión internacional de las empresas españolas desplegó su primera gran oleada en la década de los noventa y se dirigió, en gran medida, hacia América Latina. En poco tiempo, España se convirtió en el segundo país en inversión directa en la región sólo por detrás de Estados Unidos. Fue un fenómeno sorprendente, en gran medida. En los primeros años 2000 hasta la crisis financiera internacional en 2008 tuvo lugar un nuevo ciclo de las inversiones de las empresas españolas de una dimensión mayor que en la etapa anterior y con mayor diversificación geográfica. Los países de la Unión Europea (UE-15, antes de la última ampliación) se convirtieron en el destino preferente de las nuevas inversiones españolas, a la vez que aumentaban los flujos hacia América Latina, Estados Unidos, los países de la Unión Europea-13 (los países de nuevo acceso, concentrados en Europa central y del este), y en menor medida en el norte de África, China y otros países de la cuenca Asia-Pacífico.
*Expansión Global de las Inversiones directas españolas, principales áreas de destino (millones de euros), de 1993 a 2015:
En los años noventa, la prensa económica de Estados Unidos se hacía eco del extraño fenómeno de la llegada de “nuevos conquistadores” españoles a la región, esta vez en forma de empresas invirtiendo en la región. En la primera década de los 2000, la sorpresa aparecía en los medios de comunicación económicos de los países europeos al señalar que los “nuevos conquistadores empresariales españoles” extendían su estrategia de expansión a las economías avanzadas de Europa y Estados Unidos, a la vez que incursionaban en los países de la Unión Europea-13, el Magreb, China y algunos países de la cuenca Asia-Pacífico.
En el periodo postcrisis financiera internacional la economía española ha encontrado en el sector exterior un verdadero amortiguador de la crisis. El buen comportamiento de las exportaciones de bienes y servicios, y la presencia de nuestras empresas en mercados internacionales han sido esenciales para la resiliencia del tejido empresarial, el empleo, la competitividad y la recuperación del conjunto de la economía.
En este largo proceso de más de 20 años han participado empresas de muy diversos sectores, algunos de ellos poco conocidos como es el caso de las empresas de gestión del ciclo integral del agua. La internacionalización de las compañías de este sector estratégico para el desarrollo de los países se inició también en la década del noventa y ha continuado en los años dos mil tanto antes como después de la gran crisis financiera internacional cuyo comienzo se sitúa, por convención, en 2007-2008. Su expansión en los mercados internacionales se realizó tanto mediante inversiones directas participando en procesos de privatización (caso de América Latina) como por la participación en procesos de concesiones (en EE.UU, países de Oriente Medio y norte de África, Australia y América Latina). La internacionalización ha favorecido el desarrollo de importantes ventajas comparativas que, fruto también del esfuerzo conjunto público-privado, se ha traducido en una exitosa presencia con un reconocido prestigio en todos y cada uno de los países en los que están presentes. Estas empresas se han convertido líderes mundiales en el ámbito del ciclo integral del agua, depuración y reutilización de aguas, gestión eficiente en proyectos agrícolas, y en desalación a partir de una destacada capacidad instalada en el país (cerca de 900 plantas). En utilización eficiente del agua, España es también líder con un enorme desarrollo de ingenierías y empresas vinculadas, al igual que sucede en los demás ámbitos señalados.
Prueba de su prestigio y eficiencia tecnológica y de gestión es que las empresas españolas de agua están presentes en tres de cada cuatro consorcios que se presentan a licitaciones internacionales.
En resumen, la economía española ha hecho un gran esfuerzo por la internacionalización de sus empresas que sin ninguna duda ha constituido un fenómeno esencial de resiliencia durante la crisis y para salir de ella. La importancia de este proceso, en todos los sectores pero en particular en el del agua, debe ser conocida por la sociedad española para que pueda enfrentar los desafíos existentes a largo plazo, puesto que su adecuado planteamiento es esencial para el tejido productivo, el empleo, el bienestar de la ciudadanía y absolutamente imprescindible para consolidar cualquier modelo de crecimiento económico en España.
Alfredo Arahuetes
Decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de ICADE y experto en economía mundial